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Contando historias


Necesitamos contar historias porque somos seres biológicamente sociales diseñados para comunicarnos. Las historias iluminan, inspiran, nos hacen actuar y conectar con otros; nos empujan en todo nivel: en la mente, en las emociones y en la imaginación.


Publicitariamente hablando. Estamos dispuestos a pagar más o a volver al mismo lugar si algo nos da confianza. La confianza crea apego.

La confianza se crea a través de muchos aspectos, lo que sentimos y lo que vemos cuando estamos ahí. Contra todo pronostico, en este caso lo esencial es visible a los ojos, y ninguna historia hará que la gente vuelva a elegirte si tu producto discute con la calidad.


Pero la confianza en el producto se basa en elementos pragmáticos, que en un abrir y cerrar de ojos pueden ser sustituidos si nos topamos con algo de similar o mejor. El producto, a fin de cuentas, siempre es intercambiable, no existe objeto que no sea superable.

Lo que no se puede cambiar; lo que genera confianza, es la marca, la historia: la forma en que hablamos; y los demás dicen de nosotros. Las historias generan un vínculo emocional que va más allá de lo práctico, que nos une y permanece en el tiempo.

En otras palabras: las personas te compran sí lo que das es conveniente. Pero, si creamos un lazo emocional, nos elegirán incluso cuando no sea conveniente; en los días malos; a pesar del precio; a pesar de los otros. Y lo harán no porque creen en en lo que damos; sino porque creen en nosotros.


¿Por qué la gente paga más por algo? Una conexión emocional que encaja a las personas con la marca. Una historia, un estilo, los valores y lo que estos representan.


En pocas palabras, eso es storytelling (narrativa) de marca. Ok, ahora pensemos en hacer uno.

Las historias no nacen del equipo de marketing. Mas bien brotan de los fundadores, los dueños; los que estuvieron cuando todo era nada y creyeron en la idea cuando no había clientes, ni ganancias, ni nada.


Siempre puede uno acompañarse de un equipo de creativos pero quien crea la historia es quien creó el negocio. Papel, lápiz, café y bienvenidos al momento creativo. No se trata de escribir un libro, si no de encontrar los sentimientos que nos llevaron a hacer lo que hacemos.

A veces conviene hacer un viaje en el tiempo y compartirlo, como empezó todo. Lo importante es contar historias, anécdotas, sobre las personas, sobre lo que hacemos.


Lo que hacemos comunica lo que somos. Lo mismo pasa con la marca. Entonces, desde las oficinas hasta los anuncios, uniformes y productos: todo lo que hacemos comunica qué somos y cómo somos. No es todo marketing o redes! Hablamos de identidad, de la manera en que hacemos las cosas.


Nace de adentro y transforma todo. No es una campaña, ni una serie de posteos en instagram: es una forma de vivir y de comunicar.

Todos los negocios tienen su propia historia, todos nacen de un sueño. Es hora de contárselo a todos y crear una relación emocional con las personas.


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